viernes, 28 de noviembre de 2008

Por qué seguir soñando

Inesperadamente, este año me acerqué al mundo de los adultos que se están alfabetizando. Primero fue la participación como evaluadora de un proyecto FONDECYT y al poco tiempo fue Infocap. Si bien no cumplía con el requisito de ser estudiante de pedagogía, a falta de una y con ganas de sobra, he ocupado el puesto de profesora ayudante en la primera etapa de nivelación escolar.

No sabía ni me había cuestionado hasta ese momento cómo era vivir 50 años sin saber leer ni escribir. Me sorprendí con datos como que algunas contaban las estaciones del metro y recordaban los números, que gracias a la buena memoria visual recordaban algunas calles, que debían ir con alguien de mucha confianza a hacer trámites, e incluso que un ex marido-luego de 30 años de matrimonio-nunca supo que su señora no sabía leer. Por lo mismo, no dimensioné hasta ese momento la valentía que hay que tener para reconocerlo y decidirse a esas alturas de la vida, a aprender.

Algunas nunca recibieron educación, otras desistieron por la aversión de los castigos por no aprender en su momento, otras porque tuvieron que trabajar, porque fueron madres muy jóvenes.

Esta realidad me golpeó fuerte las primeras veces. Reflexioné acerca de mis oportunidades, pero más que eso, sentí mi fortuna. La mayoría de las veces profeso desgano ante las fotocopias que esperan por ser leídas; no había advertido que en vez de una desdichada obligación era un maravilloso privilegio.

No recordaba cuánto cuesta aprender a leer. Aprendí a los cuatro años y medio porque mi abuelo, amorosamente y con dulce paciencia, me enseñó con el silabario hispanoamericano. Y pensaba en la señora E. a quién le pegaban por no poder juntar bien las sílabas a los ocho. El temor a esos castigos la hizo desistir de intentarlo y se convenció de que no podría hacerlo.

Un día conocí a don E. quien también estaba aprendiendo a leer. Por problemas de salud no pudo ir al colegio y su padre nunca le volvió a decir que fuera. Ha trabajado toda la vida de obrero y es muy bueno en matemáticas. Con lágrimas en los ojos me contó que quería aprender a leer para estudiar administración. Y su sueño más inmediato era poder en leer en público cualquier cosa.

De inmediato recordé varios discursos que tuve que dar en el colegio o disertaciones de la Universidad y volví a sentir que por personas como él, y como tantas otras, vale la pena seguir trabajando, para ayudarles a cumplir sus sueños a acceder a más oportunidades.

Creo que más allá de las personas puedan optar bien o mal, me es fundamental que puedan optar. Varias veces he escuchado casos en que voluntarios hacen un enorme esfuerzo, por ejemplo, por conseguir alimentos, pero que luego la gente vende en vez de consumirlos. Sí, es frustrante, pero creo que la labor del voluntario consiste en acercar oportunidades y que de ahí cada uno decida lo que crea mejor de acuerdo a sus circunstancias y necesidades.

El mismo don E. me dijo aquella vez algo muy importante que jamás había pensado. Mencionó que la mayoría de la gente aprende a leer cuando son niños y que resulta más fácil porque el cerebro es más plástico. Sin embargo, los niños no tienen un criterio formado y pueden usar las cosas que saben para bien o para mal. Don E. estaba muy contento de aprender ahora, a sus 46 años, que ya sabía bien lo que quería y estaba seguro que aprovecharía todas y cada una de las oportunidades que se le presentaran de aquí en adelante, teniendo como guía la experiencia adquirida con los años, en contraste a la insensatez que mucha veces tiene la juventud.

Aprendí mucho de todas las personas que he conocido en estos meses. Me han mostrado una forma distinta de vivir la vida y me contagian el goce de las cosas simples, el humor a flor de piel y las ganas de ser mejor cada día.

Estamos en esta iniciativa desde marzo y el paso acelerado de la vida me han cansado muchas veces hasta el punto de pensar ¿vale la pena que siga en esto? ¿Vale la pena invertir mi tiempo en esto antes que en otras cosas? Y gracias al señor y la señora E. hoy me siento más segura que nunca de que esto quiero hacer en mi vida y que contribuir es más fácil de lo uno piensa. Sólo hay que tener perseverancia, paciencia y estar concientes de que, como dijo Jorge anteriormente, no es solidaridad sino que responsabilidad.


...de los sueños nacen las grandes obras...sigamos soñando juntos.

Mackarena Duhalde
Área de Recursos Humanos

miércoles, 26 de noviembre de 2008

De las generaciones a los nombres poco creativos...



Por mala o buena suerte nos tocó ser jóvenes en el cambio de milenio. En los años previos al 2000 existía la incertidumbre de qué iba a pasar ese cambio de año: Qué se iba a acabar el mundo, qué llegaría un Papa negro, que Bolivia tendría mar, que Zamorano se iba a casar…
Bueno, la verdad es que el 2000 llegó y muchos cambios no hubo, con la excepción del caso de Bam Bam. Todo siguió igual que antes… el mundo no se acabó.

Pero, sin darnos cuenta llegamos a una generación sin nombre. Nuestros abuelos siempre dicen “Como olvidar los cuarenta”. Chile fue tercero del mundo en los sesenta. Nuestros padres no dejaban de cantar “La voz de los ochenta”.

¿Pero nosotros? ¿Cómo denominar a nuestra década de jóvenes universitarios? Simplemente no se puede…

¿Por qué nuestra generación no tiene nombre? ¿Habrá perdido algo más?

En los sesenta, entre los jóvenes y, sobre todo en los universitarios, el aire de liberación rodeaba en el ambiente. Todos buscaban ser más libres, vencer los tabús, lograr una igualdad de género, andar literalmente mostrándole la raja al mundo, cansados de tanto conservadurismo en la sociedad. Todos esos sueños, ideales comunes, inconformidad con el mundo actual, llevaron a una sociedad más alegre, abierta, dándole voto a las mujeres y construyendo un país con menos restricción paradigmáticas.

En los ochenta, los universitarios se movían por el acontecer nacional. Tenían un criterio formado, sin entrar en distinciones políticas, acerca de la realidad y en cómo poder contribuir en ayudar al país. Una vez más aquellos sueños favorecieron a la sociedad: Volvió la democracia, algo indispensable en toda sociedad que busca lograr el desarrollo.

En ambos casos, los jóvenes y por sobre todo los universitarios, fueron actores principales en la historia y cambios de cada década y/o generación. En ambos casos, a partir de sueños, algunos impensados racionalmente en el contexto en el que se vivía, se lograron cambiar aspectos del país y de nuestra vida construyendo una mejor sociedad. En ambas generaciones existía un horizonte común. Si bien, cada uno aportaba de distinta forma, el norte siempre era el mismo.

Quizás algunos piensen que ahora se deba decir que nuestra generación nunca ha tenido un norte común, convirtiéndonos en jóvenes sólo preocupados de carrete y pasarlo bien, egoístas, sin ideales ni sueños que busquen contribuir a la sociedad.

Pero esta vez no se dirá aquello, no para innovar, sino porque de verdad no se comparte. Somos una generación de jóvenes universitarios con un horizonte y fin claro: “Construir un país más justo en oportunidades”. En otras palabras más simples: “Derrotar la pobreza”.
Muchos me podrán decir, ¿En qué mundo vives? Que, si bien existen muchos voluntariados, el mayor porcentaje de jóvenes está en otra.

Sin embargo, si queremos, podemos ver la realidad de forma diferente. Hoy en el mundo universitario no es raro ver agrupaciones que se dediquen, además de sus estudios, a la ayuda social. La oferta de trabajos voluntarios es enorme y para qué hablar de Un Techo para Chile. Lo raro, en estos tiempos sería ir a alguna institución y no ver alguna de estas iniciativas, sea cual sea.

La gente nuevamente está formando un sueño e ideal común. Una necesidad de un mundo futuro distinto al que le tocó vivir, una sociedad mejor. Algo nuevamente les está molestando y poco a poco se empiezan a manifestar en dirección a ese objetivo. Esto es un proceso largo, pero para los incrédulos, estamos muy avanzados.

Lo que se vive hoy en Chile dentro de los jóvenes, y sobre todo, dentro de los universitarios es algo atípico en los otros países vecinos de América. Simplemente este auge de entregar tu tiempo, y conocimientos por un trabajo no remunerado no se ve en la mayoría de los países. En Chile sí.

Quienes ya están en dirección a este norte, hay que trabajar aún más duro para incentivar a quienes no están a que formen parte de este sueño generacional.

Hoy ya no se habla de andar en pelota por la vida, ni de política, ese trabajo ya lo hicieron otros. Hoy se habla de construir un país más justo y con menos desigualdad. Que todos sean capaces de salir adelante por sí mismos. Como los pasados, quienes se jactan de haber formado parte de la generación de la libertad, o de la generación que devolvió la democracia a nuestro país, nosotros tenemos que decir, cuando estemos con una edad avanzada: “Formamos parte de la generación de venció la pobreza”. Luego a otros les tocará soñar por otro ideal o inquietud. No podemos quedar en deuda frente a nuestros abuelos y padres. Ellos, y sus generaciones, ya realizaron su labor como jovenes, ahora nos toca a nosotros.

Si bien no tenemos un nombre como ellos, por lo menos ya tenemos el norte elegido y estamos caminando hacia él. Es un trabajo duro, pero lo único que no se puede hacer es dejar de soñar.

Y bueno, a falta de nombre como los de antaño y si somos pocos creativos, nos podemos llamar:
“La generación universitaria del Bicentenario”
por: Jorge Aguirre Benítez
Área de Recursos Humanos

domingo, 23 de noviembre de 2008

A veces la vida...

Cuando decides emprender una causa, tomar una pala, sudar tu frente, correr con los niños, charlar con los jóvenes, caminar una hora para visitar al abuelito en cama, o simplemente pasar la noche en vela recortando figuritas, no piensas que todas estas cosas no las haces por ti, ni siquiera para ayudar al resto, ni mucho menos para sentirte mejor tú mismo...Lo haces porque hay veces en la vida que sientes que por más que caves un hoyo de 5 metros, por más que tus manos queden rojas y con cayos..no has hecho nada.

Porque hay veces que la vida te exige un poquito más, te pide más que una tarde de estudio para tu propia nota, te pide más que una moneda a la salida del metro, te pide más que un sticker pegado en tu pecho con el símbolo de la teletón una vez al año..te pide tu propia energía, tu propio tiempo, te pide una sonrisa, un abrazo, un gesto, no te pide monedas ni billetes, te pide a ti...

Es por esto que hoy algunos nos reunimos junto a esta iniciativa, una de tantas, pero una que es simplemente "esa" una, esa misma que te invitamos a compartir con nosotros, esa misma que puede llevar tus propios sueños, metas o logros a otras comunidades, esa que está esperando tu pasión para que te entregues por completo y sientas que nada más es lo importante. Porque hay veces que la vida te exige un poco más, porque hay veces que es así, pero a veces no. Por eso hoy está en tus manos, enamórate de lo que haces e inscríbete con nosotros!

Ven a sentir que cada respiro, vale más que el anterior...

Constanza Retamal
Equipo Marketing

domingo, 16 de noviembre de 2008

Responsabilidad, no solidaridad


Le voy a contar una historia que me pasó. Por diversas razones, por conocidas y algunas que aún no logro descifrar, el sábado pasado asistí a un encuentro de estudiantes en mi universidad. Dicho evento tenía como slogan “¿Cómo construir una mejor universidad?” o algo por ese estilo, pero los detalles de la organización son irrelevantes para lo que quiero contar.

Partimos tipo doce del día, entre un poco de sueño y el hambre típico que da a eso de las doce del día. Todo empezó con distintas charlas de variados personajes con relación a diversos temas. La mayoría se enfocó en responsabilidad social y otro en emprendimiento empresarial.

Hasta el momento ustedes pensaran que fue interesante, pero creo que la mayoría de nosotros hemos estado en muchas charlas parecidas y que, si bien todas son muy importantes e constructivas, la temática es casi siempre similar. A mi me pasó algo parecido: pensé que nunca está demás escuchar estos temas de personas que tienen alguna experiencia, mas no esperaba escuchar nada nuevo, quizás también por el sueño que sentía y el hambre típico de las doce del día.

Sin embargo, esta vez fue diferente. Ya no eran las doce del día, eran casi las dos de la tarde y el hambre aumentaba un poco más, ahora un hambre típico de almuerzo de día sábado.

Lo que pasó, es que escuche una frase, y quizás la había escuchado muchas veces pero nunca me había detenido a pensarla más de una vez: “Aquí no estamos hablando de solidaridad, sino que es una responsabilidad de los estudiantes el servir”. No me acuerdo específicamente quien lo dijo, o si fue realmente fue eso lo que dijeron o si fue una mezcla en la cual yo entendí que dijeron eso o simplemente lo inventé, pero bueno, eso me quedo dando vuelta.

Y me quedo dando vuelta por mucho rato y pensando, ahora con poca lucidez que me provocaba la tardanza del almuerzo: "Nosotros tenemos una obligación con el destino".

Al parecer, el destino era un ingeniero comercial y especialista en contabilidad, sabiendo perfectamente que en su balance las cuentas tienen que estar equilibradas, si les da a activos gratis a algunos, al lado derecho de los pasivos tiene que agregar si o si una deuda para aquellos.

Nosotros, estamos ahí, en aquellos que tenemos nuestro lado de activos más abultado que otros: con estudios, con familias, con posibilidades, en fin, y todo eso sin haber hecho nada, solo nacer. En cambio otros, no nacieron con este balance abultado, sino que poco a poco han tenido que ir llenándolo con esfuerzo y más esfuerzo.

El destino sabe, como también buen financista, que en algún momento uno tiene que pagar todas sus deudas, o sino simplemente irá al Dicom de la vida. Si no pagamos esa deuda, simplemente esos activos perderán validez en el largo plazo y un sindico de quiebra nos los quitará, convirtiéndonos en profesionales vacíos de espíritu.

De nada nos sirve ser exitosos sólo en un lado de nuestro balance si no logramos hacer frente a nuestras obligaciones.

Si bien, muchas veces uno puede hacer vista gorda con sus obligaciones y dejarlas pasar, me he dado cuenta que es adecuado pagar ésta. Al saldar esa deuda, el balance del Banco del Destino tendría más activos para así entregarlos a otras personas, tal cual como alguien la tubo que haber pagado en alguno tiempo pretérito para que nos los entregaran a nosotros.

Haciendo un lapsus de mi relato de poca lucidez por culpa de falta de alimento, vuelvo a las charlas que escuchaba y me doy cuenta que no hay mejor forma de pagar esta deuda desde hoy, desde el mundo universitario, para así no seguir acumulando intereses con el destino que al final serán muy difíciles de pagar. Lo más importante, en toda deuda es tener la convicción de que la deuda no es infinita, claro que no, la deuda se pagará en algún momento si y sólo si todos trabajamos en pagar nuestras deudas individuales.

Hoy Estados Unidos esta en crisis por no haber pagados cada uno sus deudas individuales, y a nivel macro nos afecta a todo el mundo. Lo mismo pasará con las deudas del destino, si cada uno no la paga, una crisis habrá, pero esta vez no habrá un salvataje por parte del Gobierno del Destino, sino que los afectados serán todos al vivir en una sociedad injusta, individualista y con falta de compromiso.

Luego de comer, volví a recuperar mi lucidez, y como cualquier persona cuerda que quiere pagar menos, he decidido saldar mi deuda lo antes posible para así pagar menos intereses en el futuro. Que mejor que hacerlo hoy, desde el mundo universitario, después será mucho más difícil, pero de igual forma habrá que hacerlo.

Si y sólo si, quienes tengan aquellos pasivos y sean saldados, el Estados de Resultados del Destino tendrá números azules. De no ser así, es imposible construir una mejor sociedad Las autoridades ayudan, es su trabajo, pero aunque quieran no podrán, por las simples reglas básicas de la contabilidad, en este caso, la contabilidad del destino.

Existen muchas formas de pagar la deuda, pero hay que hacerlo e incentivar a que todos lo hagan. Sólo se necesita entrega, disposición y un poco de locura. No es por solidaridad, sino por responsabilidad, o mejor dicho por obligación.

Alrededor de las seis de la tarde, nuevamente volví a estar con hambre, esperando volver a estar en ese estado de poca lucidez.

...simplemente, una historia de día sábado.

Jorge Aguirre
RRHH ProyectoColmena

domingo, 9 de noviembre de 2008

Manifiesto

Casi todos nos conocimos en una instancia de amor, entrega y crecimiento personal. Algunos nos conocimos antes, en otros escenarios de la vida. Otros nos conocimos acá, con la certeza, de que en algún punto remoto, nuestras vidas estaban entrelazadas.

Somos personas con ideales, con sueños, con mucho amor para dar y regalar, con grandes ideas y con voluntad para seguir adelante.

Hace un tiempo, nos sentimos incompletos…nuestra vida, ciertamente, no es lo mismo sin el voluntariado. No dejamos que nada cortara nuestras alas y decidimos seguir volando, pese a todo, en dirección a nuestros sueños, a nuestros ideales de vida, camino a hacer realidades los anhelos de un país más igualitario.

Somos muy diferentes y si el voluntariado no nos hubiese unido, no nos hubiésemos topado nunca. Pero hay muchas cosas que nos unen, cosas fundamentales.

Todos amamos las cosas sencillas, las sonrisas sinceras, la genuina alegría de una persona-antes desconocida-a la que pudimos entregarle dedicación y tal vez algo más. Todos deseamos expandir nuestro campo de realidad, no olvidar que existen muchas cosas más allá de lo que ven nuestros ojos. Queremos ir donde otros no han querido ir, queremos compartir con gente que ha sido olvidada por tantos y tantos años, queremos ayudar a hacer de este país, un país justo, queremos agradecer a la vida las oportunidades que nos ha dado, devolviéndole la mano, impulsando a otros que no han tenido las mismas oportunidades, a que las busquen, ayudarles a encontrarlas y motivarlos a mantenerlas…

Ciertamente, hay cosas que nos indignan, pero para emprender un proyecto como el que hemos decidido realizar tenemos que concentrarnos en lo queremos, soñarlo con fuerza y sentimiento y el universo se encargará del resto.

jueves, 23 de octubre de 2008

Nace Proyecto Colmena

Somos un grupo de estudiantes universitarios, que queremos profesionalizar la labor voluntaria y realizar un trabajo sostenido en el tiempo, para que las personas logren un desarrollo sustentable a largo plazo, dentro de la comunidad donde se desenvuelven.

* Por qué somos diferentes?

- Porque NO somos un voluntariado esporádico sólo de invierno y verano.
- Porque entendemos la diversidad: en las personas a las que nos dirigimos, en los proyectos que ofrecemos y en nosotros mismos (somos de diferentes universidades y estamos abiertos a todas las carreras).
- Porque sabemos que lo que podamos lograr depende mucho de la propia comunidad.
- Porque nos comprometemos con brindar oportunidades de calidad con aquellos que no han tenido la posibilidad de elegir.

* Qué queremos lograr?

- Apadrinar una localidad rural.
- Realizar una intervención social constante.
- Trabajar directamente con las personas de la localidad, desarrollando talleres de capacitación.
- Ser un punto de contacto entre las personas y las organizaciones correspondientes.